images El zen es una práctica consciente de vivir la vida, esto es, de vivirnos a nosotros mismos, plenamente despiertos. De forma sencilla podemos explicarlo así: todos poseemos un mismo potencial, la luz de la atención, la capacidad para desarrollar y mantener un estado óptimo de presencia. Compartimos esta misma cualidad innata. Somos seres conscientes. Por ello, el objetivo de la Vía del Zen consiste en optimizar el desarrollo de la auto consciencia instante tras instante, si bien la actitud del practicante es clave para favorecer la emergencia de esta luz y mantenerla.

Sumergirse en la práctica de la meditación zen, con la actitud adecuada y las condiciones propicias es una excelente elección, para darnos cuenta de por qué nos está pasando lo que nos está pasando. La práctica consiste es tomar conciencia y saber lo que sucede y por qué. Para que esta experiencia se produzca es imprescindible que la postura corporal sea correcta y esté bien equilibrada. No hace falta ser sabios para darse cuenta que un aparente error de milímetros al construir los cimientos de una casa, producirá importantes grietas que pueden afectar a la estructura de la misma. De ahí la importancia de chequearse continuamente en un grupo de práctica y tener como referente a un maestro de la tradición con el que compartir dudas y experiencias.

Practicar la vía del Budha es conocerse a uno mismo; conocerse a uno mismo significa trascenderse a uno mismo. Olvidarse de sí mismo es reconocerse entonces en intimidad con todas las existencias, reconocerse en el otro, aceptar el proceso que cada cual sigue, vivirnos en relaciones de respeto y tolerancia real. Cuando surge el conocimiento del Sí mismo, el ojo que ve y lo mirado brillan naturalmente.

He aquí una historia del oriente Medio que siento puede apoyar lo expresado hasta ahora:

 “Un hombre es encarcelado al ser erróneamente confundido con un criminal. Los amigos lo visitan y le llevan una alfombra de plegarias. El prisionero se vuelve enfadado a su celda, pues había pensado que le traerían una sierra o un cuchillo y todo lo que había conseguido era una simple y llana alfombra. Así pues, como la tenía, pensó que lo mejor sería utilizarla por lo que comenzó a hacer las postraciones. Cada día se fue familiarizando más y más con el dibujo tejido en la alfombra, hasta que empezó a darse cuenta de una imagen interesante. Era un diagrama de la cerradura que le permitió abrir la celda y huir libremente.”

El  anhelo de volver a nuestra identidad perdida es un impulso interior y es ahí donde hay que desarrollarla. Para todo ello necesitamos una motivación adecuada, esto es, allá donde depositemos nuestra atención, habrá energía. No es lo mismo vivir en un estado de presencia que de ausencia. Depende de cada cual.

Todos deseamos sentirnos bien, con nosotros mismos y con los demás, todos deseamos ser felices. Pero ¿cómo hacerlo? Meditando correctamente. El secreto del zen consiste en sentarse, hacerlo sin ansiedad, sin prisas y en un estado interno de apertura y recogimiento. Meditar es un estado de absorción plena. Es un ejercicio desnudo que favorece la contemplación serena. Es una opción muy válida y necesaria, pero hay que llevarla a cabo. Si la pregunta es cómo, la respuesta es “tienes la Puerta Abierta. Adelante.”

Denkô Mesa

Fuente http://denkomesa.blogspot.com.es/

(Fragmento de la conferencia «Ser en la presencia» impartido en Denia, Alicante el viernes 16 de diciembre de 2016)

Photo by Yannis Papanastasopoulos on Unsplash