Uno de nuestros grandes caminos de desarrollo personal y por su puesto de ampliación de conciencia es el de cómo me relaciono. ¿Cómo me relaciono con ese otro? Con ese amigo, con ese familiar, con esa pareja, incluso con esa mascota. ‘Cómo me relaciono’ sería la gran pregunta a hacernos y a hacerle a toda la gente que llegue a nuestra consulta. Cómo y desde dónde me relaciono.

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Una de las creencias que tendremos que trabajar con nuestros pacientes o clientes es en que no hay un modelo de compañero ideal. Y mucho menos hoy en día con todas las posibilidades y probabilidades que hay. El modelo de pareja debemos construirlo cada uno de nosotros en cada momento.

Todos tenemos una proyección de esa pareja que nos gustaría tener en nuestra vida, con una serie de características que tienen mucho que ver con la infancia. Tenemos un ideal y muchas veces no disfrutamos ni valoramos aquella que en este momento tenemos.

Sabemos que no es casual la pareja que tenemos en cada momento de nuestra vida. Como es arriba, es abajo, como es dentro es fuera. Y como es la pareja que tengo, refleja la parte de mi nivel de maduración y de evolución que en este momento tengo.

La pareja como ‘espejo’ de uno mismo

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No está bien ni mal. Sabemos que no existen estos extremos categóricos de bien o mal, pero sí valorar que ese reflejo, ese espejo que tengo delante de mí que es la pareja. Esta es de entre todas las relaciones el mayor de los espejos, porque nos saca nuestras mayores luces y también nuestras mayores sombras. Pues esa pareja que tengo enfrente de mí en este momento, en este espacio de vida, dice muchísimo de mí.

Desde luego también sabemos que hay dos grandes hitos o dos grandes caminos que desarrollar para poder tener ese compañero que a lo mejor tengo dentro de mi corazón como un ideal.

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Una de ellas es convertirme yo en esa persona. Esas cualidades que tanto anhelo yo encontrar en ese compañero o en esa compañera, ¿cómo puedo desarrollarlas en mí?

El segundo aspecto es que aprenda a vivir en paz y a gusto con la soledad. Esto es muy hondo. Lo escuchamos muchas veces y lo decimos muchas veces, pero qué interesante es que una persona antes de iniciar una relación haya tenido un espacio de soledad o incluso teniendo una pareja busque esos espacios de soledad. El gestionarnos nuestra propia soledad es clave para caminar junto a un compañero de vida.

por Patricia Martínez

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