Hace varios días que no escribo y eso que me había prometido hacerlo de forma más disciplinada! La vida me ha mostrado una vez más que controlamos mucho menos de lo que creemos…
Llevo una semana de bofetadas repetidas y no me refiero a bofetadas físicas. Las he sentido como unas poderosas bofetadas energéticas y algunas me han dolido muchísimo.
Es curioso esto de que la vida te vuelve a traer una y otra vez una situación…quizás con ligeros cambios de escenarios y diferentes personajes más la historia resulta muy familiar y dolorosa.

Así está siendo este tiempo para mi y no lo digo para quejarme de lo que me pasa; no, no, porque no siento que sea nada personal en plan: «porqué, porque a mi!?» Para nada…mas bien lo veo como algo benevolente, aunque escueza un montón por momentos… Me llega la palabra benevolente, porque es la vida ofreciéndote una vez más, la posibilidad de ver, verte y sanar. Una nueva oportunidad  para dejar de repetir y curar por fin esa herida profunda y antigua y a por otra aventura…
Ayer cómo decía fue muy muy desafiante, la vuelta de un viaje importante que, por otro lado, me ha llevado a estar lejos de una situación familiar de duelo. Estaba deshaciendo la maleta y al sacar los 3 collares que me había llevado, los encontré todos enmarañados. Intenté deshacer el enredo y me pareció tarea imposible. Me puse nerviosa y se me enredaban más por momentos! Los solté y me fui.

Unas horas más tarde, después de haber discutido y expresado y llorado,  con los ojos aun mojados, me vi recoger los tres collares y con una calma, que no se de donde surgió, me puse a mover mis manos lentamente sintiendo mi cuerpo y mi respiración…fui testigo de como se separaban primero uno y después los otros dos con mucha fluidez y allí vi que los collares me ofrecían un aprendizaje: vi que yo estaba ofuscada y confusa igual que los collares enrollados entre sí y que desde ese estado no había forma de mejorar nada a diferencia de lo fácil que fue, más tarde, soltar los enredos.

Como por arte de magia mis dedos se movían con calma, acompasados con la respiración, mi presencia y mi no-apego al resultado, simplemente dejándome llevar sin esperar solucionar nada. Y así, sin esfuerzo se liberaron los nudos.

Las más grandes lecciones a menudo se esconden en lo aparentemente pequeño y ordinario.
Gracias vida por Ser tan desarmantemente contundente y clara con tu mensaje…una bofetada y un abrazo cálido que me acoge cuando por fin veo, me veo y me quiero.

Arianna

Foto: Arianna Ottolina